martes, 21 de diciembre de 2010

Jóvenes, ¿por qué cada vez somos menos religiosos?

0 comentarios
 
La visita del Papa a España el pasado mes de noviembre ha dejado patente que cada vez somos más los jóvenes nos creyentes.  El despliegue logístico fue colosal, las calles se llenaron por la multitud para recibir la histórica visita y los medios se hicieron eco de tal éxito, pero los jóvenes apenas nos dejamos ver.
Nadie se ha preguntado por qué a nosotros, el futuro de la sociedad, nos provoca tanta indiferencia y desinterés la visita del Papa y la religión en general?

Pienso que  tenemos suficientes problemas y retos que afrontar como para tener tiempo de escuchar un discurso religioso, el católico, totalmente desfasado y desenfocado de la sociedad actual,  basado en unos principios rígidos e inflexibles. ¿Quién de nosotros hoy en día está de acuerdo en la prohibición del preservativo, del aborto o de la educación completamente religiosa de nuestros hijos?
Ese mismo fin de semana tuvo lugar en Ascó (Cataluña) una manifestación contra la construcción de un vertedero tóxico. Ahí es donde estaban muchos de nosotros, luchando contra problemas más reales y cercanos a nuestra vida diaria.


La religión en occidente está en decadencia a causa de su distanciamiento de la realidad diaria. Todo el mundo está a favor de erradicar la pobreza, de ser solidario con el prójimo y ayudar a los más necesitados. No creo que una persona que se considere atea se le pueda tachar de inmoral  y  no pueda tener los mismos valores que los predicados por la iglesia. El problema de ésta es su imagen de soberbia, riqueza y abundancia, totalmente contraria a lo que ellos promulgan. Los valores principales que trata de divulgar la iglesia son la fe y el amor de todos los hombres, entonces ¿porqué ese rechazo a los homosexuales, ese desprecio a la mujer trabajadora y ese cinismo y falta de castigo en los casos de pederastia de los curas?

La sociedad del siglo XXI es cada vez más pragmática y espiritualmente más heterogénea. Si la iglesia no quiere entrar en decadencia y perder la capacidad de influencia que ha tenido durante  tantos siglos debería empezar a plantearse el uso de estrategias de planificación de objetivos tal y como hacen las empresas, analizando  como han llegado hasta esta situación y realizar nuevas políticas capaces de traer un aire renovado y cercano a la gente para tratar de cambiar el rumbo de un barco que se dirige inexorablemente a la deriva.

Leave a Reply