Los eurobonos han llegado a Europa para calmar los mercados y
sobre todo, para frenar los ataques de los especuladores. Se ha oído mucho la
palabra “eurobono” últimamente en las noticias, diarios y radios, pero
exactamente ¿qué es un Eurobono y qué función está destinada a hacer?
El Eurobono es una emisión de deuda pública emitida por la UE
y respaldada por todos los países miembros, cuya misión principal es financiar
a los países con problemas de liquidez, con unos intereses más bajos del que lo
harían los estados por separado, excepto los más solventes y estables como son Alemania
y Francia. Estos dos países se oponen a la medida porqué el coste de su
financiamiento se encarecería debido a la transferencia del riesgo, calculando
el coste para los alemanes de 47.000 millones de euros anuales.
Alemania ha reiterado muchas veces que quiere tomar el mando
de la UE para ayudar tanto a los países periféricos como a toda la zona euro en
general a tirar del carro y salir de esta coyuntura económica lo antes posible.
Si de verdad quiere hacerlo, debe hacer sacrificios, como el de endeudarse
colectivamente pese a hacerlo a un tipo más alto. Los resultados para los
países con falta de liquidez, los PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y
España), serán positivos a corto plazo ya que se verán blindados de los ataques
de los especuladores y el coste de su financiamiento se podría reducir hasta la
mitad, evitando así posibles quiebras o suspensiones de pagos.
Está por ver si los Eurobonos son una medida provisional tomada
ante la particularidad de la situación o es el futuro de la financiación
europea, más solvente y con menor riesgo colectivo.
El Banco Central
Europeo (BCE) se opone
El BCE, por medio de su economista jefe Jürgen Stark, ya ha
mostrado su rechazo a la emisión de eurobonos porqué se trata de “una
cura de los síntomas y no de las causas, pues reduciría los incentivos para
afrontar los problemas estructurales a nivel doméstico”.
Además el economista germano ha señalado que los eurobonos no
tendrían sentido sin una mayor integración fiscal, que hoy en día parece
bastante lejano, ya que las políticas fiscales de los países europeos difieren
mucho entre sí y llevar a cabo una reestructuración tomaría tiempo.
Por otro lado, desde el BCE se advierte del peligro de los
Eurobonos en la transferencia de crédito de los países más solventes a los
menos saneados, y por consiguiente del aumento del riesgo, propagando así el
contagio, por lo que los países en peor situación se beneficiarían de un menor
coste, mientras que aquéllos menos endeudados padecerían un encarecimiento del
mismo.
A este respecto, la entidad presidida por Jean Claude Trichet
ha comprado y seguirá comprando deuda pública en los mercados secundarios de
aquellos países con dificultades de crédito para rebajar la prima de riesgo
disparada por los especuladores.
Ambas propuestas pretenden conseguir el mismo fin, evitar la
quiebra de los estados y su contagio al resto de las economías europeas. Pero
son nada más que parches, soluciones miopes ante un problema más profundo, un
problema estructural de las economías que hay que solucionar cuanto antes
porqué sino se puede convertir pronto en un pozo sin fondo, como estamos viendo
estos días con Grecia, incapaz de que sus factores de producción generen la
suficiente riqueza como para devolver la elevada deuda que tiene.