Este año España cerrará con una tasa de paro
juvenil cerca del 50%, la segunda tasa más elevada de los países desarrollados,
tan solo por detrás de Sudáfrica. Lo más alarmante no es que llevemos muchos
meses sin encontrar la manera de dar empleo a miles de jóvenes, sino que parece
que está tendencia seguirá en los próximos años ya que los políticos, como
siempre, se pasan la pelota los unos a los otros sin atacar la raíz del
problema.
La situación de los recién titulados españoles
es por lo menos dantesca, ridícula y
frustrante. Por un lado los políticos y empresas se llenan la boca de resaltar
la importancia de la formación de los jóvenes como base para un futuro mejor,
más productivo e innovador. Lo cierto es
que el discurso está cargado de razón, España a lo largo del siglo XXI está
experimentando un cambio de su modelo productivo, apostando por productos con
alto valor añadido donde se requiera una formación especializada, dejando atrás
la era de la mano de obra barata y poco cualificada, fruto de la
deslocalización a los países del este y asiáticos.
Ahora bien,
este discurso político y empresarial sería congruente si el país tuviera
una tasa de paro juvenil cercana a la media de la UE, de un 15%. Pero lo cierto
es que hoy en día nadie apuesta por los jóvenes formados. La mayoría de PYMES, que forman el 80% del
tejido empresarial del país, no creen en nosotros. Los empresarios, muchos de
ellos sin formación universitaria, tratan a un licenciado como si acabara de
salir de la escuela, como si fuéramos mentes vacías. No se confía en nosotros
ni se nos da tareas de responsabilidad. Yo me pregunto qué pasaría si por un
día todos esos jóvenes en el paro o con trabajos muy por debajo de su formación
pasasen a ocupar los puestos de esos empleados ociosos, estancados en los
mismos valores obsoletos del pasado y rígidos e inflexibles en su manera de
trabajar.
La mentalidad empresarial española debe cambiar
cuanto antes si no queremos alejarnos de los países más ricos. Estados Unidos o
Alemania son un claro ejemplo a seguir. Ahí un joven licenciado es valorado
como lo que es, y las empresas están pagando lo que aquí un español cobra
cuando ya tiene 5 o 6 años de experiencia laboral. Está claro que es un modelo obsoleto, donde los
empresarios, incapaces de seguir creciendo para generar beneficios por su falta
de competitividad, obtienen su riqueza mediante la expoliación y esclavitud de
sus trabajadores, que reciben sueldos que rozan la vergüenza.
El reciclaje es lento, pero cuando los jóvenes de
hoy en día lleguemos al mando empresarial espero que no sea demasiado tarde y
podamos arreglar los que nuestros padres solían describir como “un futuro
mejor”.