Como dice Eduard Punset, el hombre libre
del siglo XXI no es más libre que las generaciones anteriores. Sí, vivimos más
cómodos, tenemos más servicios y oportunidades a nuestro alcance, gobernamos en
democracia, sin guerras y con una esperanza de vida cada vez más elevada, pero
¿realmente hace que seamos más felices que en otros tiempos? Yo creo que no.
Hoy en día hay tantas posibilidades,
tantos caminos que escoger que el mero hecho de tener que decidir entre
infinitas opciones nos causa infelicidad. No encontramos el camino porque
siempre tratamos de buscarlo. Y cuando lo encontramos nos cansamos enseguida y
empezamos la búsqueda de otro, muy probablemente impulsado por las nuevas
tendencias impuestas por las grandes multinacionales. Vivimos atrapados en la propia libertad, no
nos queda más opción si no queremos ser excluidos de nuestra sociedad. Un
ejemplo clarísimo está siendo el fenómeno de los smartphones. Actualmente más
de la mitad de los jóvenes tenemos este regalo de la tecnología que nos permite
estar conectados en todo momento a la red.
¿Una Blackberry o un Iphone nos hace más
libres por poder hablar con nuestros amigos a cualquier hora y consultar
internet cuando y donde queramos o por el contrario nos hace más esclavos y
dependientes de estos objetos para poder vivir?
¿Y ese reducido número de personas que
no deseen convivir con estos móviles por el momento, van a verse obligados
finalmente a comprarse esos productos si no quieren ser marginados? ¿Nuestra
generación es más libre que las anteriores?
Incluso comprobamos que hasta los más
acérrimos enemigos del capitalismo y la globalización son incapaces de vivir y
convivir en este mundo sin someterse a esta dictadura del materialismo. ¿Qué
pasaría si mañana nos despertáramos y no existiesen los ordenadores, internet o
móviles? No sabemos vivir con lo mínimo, necesitamos constantemente elegir,
comprar y cambiar las cosas para poder seguir el frenético ritmo de vida del
siglo XXI y no quedarnos rezagados. Para mí eso no es libertad.
Mientras la sociedad se preocupa en
tener más dinero para poderse comprar el nuevo producto de moda y mantener su estatus,
yo me pregunto por qué la depresión se ha convertido ya en la principal causa
de enfermedad mundial. ¿Por qué la gente es más infeliz que en generaciones
anteriores si estamos viviendo lo que sería una utopía para nuestros
antepasados? Como he dicho antes, para mí la explicación está en esa aparente infinidad
de posibilidades que tenemos hoy en día pero que en realidad enmascaran la
subordinación y dependencia que tienen nuestras vidas a las nuevas tecnologías.
El siguiente gráfico lo he obtenido de
una curiosa herramienta de google que te permite ver la frecuencia de uso de
las palabras por épocas. En este caso he
comparado la tendencia que han tenido durante los dos últimos siglos las
palabras desarrollo y libertad. Como vemos, a partir de la segunda mitad
del siglo XX existe un punto de inflexión y se produce un espectacular incremento
de la frecuencia de uso de la palabra desarrollo. En cambio, la tendencia de la
palabra libertad parece no variar respecto a los últimos 300 años, incluso se
aprecia un ligero descenso a partir del siglo XX. Nuestra libertad sigue siendo
la misma pese al desarrollo experimentado en los últimos 50 años.
No somos tan libres como creemos ser, y
mucho menos, más libres que nuestros antepasados. Lo único que es evidente es
que la sociedad del siglo XXI vive más deprimida y estresada que hace 100 años,
donde la hambruna, pobreza y guerras estaban al orden del día. Da que pensar….
Da que pensar que una de las noticias del dia haya sido que BlackBerry se ha quedado sin servicio de datos hoy. Los moviles han vuelto a ser simples móviles... gente muy preocupada y ansiosa por que no tenia correo, wathsapp o messenger en la BB.
Es triste ¿no?...y mi abuela preocupada por la revisión de su tumor... aiiinss! ¿cuando aprenderemos a ver las cosas realmente importantes?
Muy interesante Miguel, sigue escribiendo cosas así