lunes, 5 de noviembre de 2012

El estado natural del hombre

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La esencia del ser humano es el instinto de supervivencia. A lo largo de nuestra historia hemos convivido con guerras, conflictos y tensiones para lograr la conservación y supremacía, primero de nuestra especie en el reino animal, y luego entre las tribus y razas humanas que cohabitan en la tierra. Durante miles de años nuestras vidas han sido muy semejantes a la de los animales, empujados por impulsos, lucha de poderes y supervivencia del más fuerte; evolución darwinista.
Nuestro camino inició su separación del resto de seres vivos con el asentamiento de los primeros nómadas, la agricultura, la mejora de las técnicas de caza, la invención de la rueda etc.  Comenzamos a emplear la única herramienta que nos hace diferentes: la inteligencia
A priori, parecía que el rumbo tomado iba a ser mejor, y lo fue en varios aspectos, pero por lo general no podemos afirmar que el uso de nuestro intelecto nos haga vivir mejor y más felices que nuestros antepasados; seguimos padeciendo los mismos problemas.
Nuestros instintos animales, comportamientos y pensamientos siguen siendo los mismos, aunque adaptados a la nueva sociedad y los nuevos avances. Seguimos teniendo miedo, ¿a qué? No lo sabemos, pero ese sentimiento sigue instalando en nosotros por mucho que nos afanemos a vivir cada día en lugares más seguros. Somos desconfiados por naturaleza, carácter necesariamente forjado antiguamente para sobrevivir; aquéllos que no lo fueron desaparecieron. Como consecuencia, toda la generación del siglo XXI lleva en sus genes los rasgos que han permitido la supervivencia en épocas pretéritas donde los humanos vivíamos compartiendo el medio con los animales, donde nos sentíamos vulnerables ante la majestuosidad y el misterio de la naturaleza no como en el presente donde hay miles de especies en extinción por culpa de la explotación humana y donde los avances científicos están haciendo cada vez más predecible el futuro a corto plazo, y paradójicamente más impredecible a largo plazo por  la rápida evolución de la tecnología.
El terreno de juego ha cambiado, las reglas no.
El siglo XX en mi opinión parecer ser un punto de inflexión, el abandono de las guerras en el mundo occidental ha dado paso, de momento, a un periodo de paz, entendimiento y coordinación.
Un antes y un después en el largo recorrido de nuestra historia. Si miramos con perspectiva la situación, desde la aparición de los primeros humanos hace 200.000 años, nuestra civilización se encuentra ahora en el inicio de un largo período de adaptación. Interactuamos como animales salvajes, en un medio de paz y tranquilidad. Estamos siendo fruto de la teoría de la evolución, donde los ciudadanos que menos se adapten a esta nueva etapa estarán abocados inexorablemente a la desaparición.
Aunque no hay que lanzar las campanas al vuelo. Por un lado, los conflictos siguen existiendo de manera residual en los países menos desarrollados.  Por otro, entre países del primer mundo, las hostilidades han dado paso a otro tipo de actitudes más sutiles pero que siguen siendo el resultado de comportamientos instintivos primitivos con el fin de lograr la supremacía y supervivencia ya sea de su país, raza, cultura, ideología…etc.
Las guerras militares han sido sustituidas por las guerras económicas o guerras de los mercados. Los países que tienen más influencia y poder  son las potencias económicas, no las militares. Pese a que existan países con importantes ejércitos, como Israel, Siria o Irán, no suponen una amenaza “real”; sus economías están muy lejos de su poderío armamentístico. En la actualidad, amenazas de aislamiento económico internacional son suficientes para que países beligerantes cedan de sus intenciones ya que la autarquía, incluso en los países más anticapitalistas supondría el declive de su economía y riqueza.
Basta con ver el ejemplo de Venezuela, donde el 80% de sus ingresos procede de la exportación de petróleo y la mayoría de los productos consumidos son importados. Que le pasaría a la Venezuela imperialista y anticapitalista si las potencias económicas como EEUU, China, Alemania o Japón decidiesen aislarla económicamente? El resultado sería nefasto para su país. Habría sido derrotado con el arma más letal que existe, el aislamiento económico.
La esencia del ser humano  sigue siendo el instinto de supervivencia, como los animales.
¿Cuándo la esencia del ser humano será la inteligencia?
¿Cuándo dejaremos atrás nuestros viejos instintos?
“La paz no es el estado natural del hombre, sino que este se debe conseguir como resultado del progreso, del imperio de la razón en el espinoso terreno de las relaciones humanas”

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