Existe una corriente de la psicología que
defiende la existencia de un comportamiento determinista en los seres humanos.
Todas las acciones son condicionadas por estímulos externos, de manera que nuestra
capacidad de decisión, según esta doctrina, es una ilusión, un espejismo.
Victor Frankl, escritor y psicólogo
superviviente del holocausto nazi, introdujo el concepto de libertad interior,
el espacio existente entre estímulo y respuesta para romper así con el
comportamiento defendido por los
deterministas.
Durante mucho tiempo tuvimos el único objetivo de sobrevivir como
especie. Es lógico pensar que nuestra condición de actuar en función de los
estímulos haya sido desarrollada con éxito para tomar decisiones rápidas y
acertadas en situaciones de peligro. Pongamos el caso de un nómada que saliera
a cazar; cuando se encontraba ante el ataque inesperado de un animal (estímulo)
su respuesta estaba determinada: correr. Actuábamos sin pensar, más bien era
una vida de reacciones determinadas ante estímulos concretos.
Cuando el objetivo fue la supervivencia, era
eficaz actuar de manera instintiva, puesto que unos segundos de indecisión
serían letales.
Bien, sabemos que el proceso estímulo-respuesta
es inconsciente para la mayoría de nosotros, lo llevamos en nuestros genes
desde los inicios de la humanidad y ha sido un mecanismo muy eficaz para garantizar
nuestra existencia. Sin embargo en nuestra sociedad de hoy no tiene sentido
seguir actuando de esta forma.
También conocemos que todos nosotros, gracias
a la autoconciencia, tenemos una libertad interior para elegir la respuesta que
queramos ante cualquier estímulo del entorno. Esta libertad hay que trabajarla.
Cuando más conscientes seamos de estas reacciones automáticas, mayor será
nuestro poder de decisión y más libres seremos para elegir la respuesta
adecuada. Pese a que este razonamiento
es axiomático y todo el mundo desearía poder elegir sus respuestas y por ende
su estado de ánimo, es del todo menos fácil ejercer esta libertad interior.
¿Qué es lo que nos hace comportamos de la
misma manera una y otra vez aun sabiendo que no es correcto?
Aquí nos encontramos con problemas como
nuestros patrones de comportamiento y pensamiento, con nuestra experiencia y sobretodo con nuestro ego. Estos componentes
son los enemigos de nuestra libertad interior puesto que de alguna manera
estamos actuando contra ellos, eliminándolos de nuestras vidas.
Hoy en día sabemos los errores que cometemos
por seguir los patrones de comportamiento tradicionales (enfadarnos en los
atascos de tráfico, responder de manera maleducada a un maleducado, tener
envidia de los demás, el dinero como fin en sí mismo etc), sabemos que
beneficios tendríamos de romper ese patrón, pero ¿porque seguimos actuando así?
Parece que nuestro subconsciente se niega
a cambiar porque se siente cómodo así, es su manera de garantizar su
existencia., el ego. Si pudiéramos en cada acción, en cada instante, ser
plenamente conscientes de nuestros actos y pensamientos, ¿que quedaría detrás?
Si aprendiéramos a separarnos de nuestro yo, de nuestros pensamientos, nuestra
identidad desaparece, dejamos de tener nuestra historia personal, por lo tanto
se desvanece el sentido de existencia tal y como lo conocemos hoy. ¿Estamos dispuestos
a desprendernos a nuestro “yo” pese a que lleva una carga de comportamientos y
sentimientos negativos a cambio de vivir en un paradigma completamente nuevo,
plenamente consciente, presente y sin sufrimiento?
Ni siquiera un dios puede cambiar en derrota
la victoria de quien se ha vencido a sí mismo.
-Buda